Facebook como una infraestructura digital pública por accidente
Las dimensiones y funciones que tecnológicas como Facebook tienen asumidas o encomendadas respecto de la sociedad apuntan a una utilidad pública que excede a la de otras empresas.
Las dimensiones y funciones que tecnológicas como Facebook tienen asumidas o encomendadas respecto de la sociedad apuntan a una utilidad pública que excede a la de otras empresas.
¿Han jugado las grandes compañías digitales norteamericanas con ventaja gracias a la legislación tecnológica de la UE? A este respecto, el caso de Airbnb resulta especialmente revelador.
La estrategia de Airbnb de presentarse ante las autoridades como socia de gobierno por la fuerza se ha visto reforzada gracias al largo idilio de la compañía con la Comisión Europea.
La agenda de reuniones de la Comisión Europea para la reforma de las leyes de Internet está siendo copada de nuevo por las grandes tecnológicas norteamericanas con Google a la cabeza. La propuesta sobre la mesa las tiene más en cuenta a ellas que a los consumidores, las ciudades o las propias empresas europeas.
La mentalidad de frontera electrónica, que entiende lo digital como un territorio sin ley, ha creado un vacío de poder que aprovechan las grades tecnológicas.
La Comisión Europea está a punto de desvelar su Ley de Servicios Digitales, un ambicioso paquete de medidas para «preparar a Europa a para una nueva era digital». Lo que se sabe acerca de Airbnb, sin embargo, no parece especialmente alentador.
La administración estadounidense demanda a Google por abusar de su posición de dominio, mientras la UE se pone en forma para la era digital regulando las plataformas de Internet. Así es la nueva ola antimonopolios.
En su polémica con Twitter, Trump arremete contra la cláusula del «buen samaritano» de Internet, una ficción jurídica que ha contribuido a convertir en intocables a un grupo reducido de empresas.