Estar cerca para innovar
Rodearse de competidores tiene ventajas. Muchas nuevas ideas, servicios o productos, que se exportan por todo el mundo, salen de un «cluster» o una acumulación de empresas que pertenecen a la misma industria y se concentran en una zona geográfica concreta.
Algunos de los procesos más radicales de innovación, creación de conocimiento y aprendizaje han sucedido en una de esas concentraciones locales de empresas. Probablemente Silicon Valley sea la que más se conoce y la que más está influenciándonos a todos.
En este estudio de D.R.U.I.D, una organización danesa que investiga sobre estos temas, se analizan los procesos de innovación que surgen en los clusters espaciales. Allí se propone un modelo para explicarlos con dos elementos claves, uno local y otro global, que han de combinarse de forma equilibrada para que de verdad se genere nuevo conocimiento e innovación.
En el turismo la influencia mutua entre el ámbito local y global se aprecia con especial intensidad. Me ha parecido un experimento revelador extrapolar en este artículo lo que lo que se dice en el mencionado estudio sobre las concentraciones empresariales locales a un destino turístico.
Los verdaderos beneficios de la concentración espacial
Cuando muchas empresas de una misma industria están situadas en el mismo lugar, necesitan servicios y proveedores especializados que acaban instalándose cerca para abaratar costes y ganar economías de escala. Estar localizado dentro de una concentración de empresas, junto a clientes y proveedores especializados en la misma actividad, facilita las transacciones y produce ventajas de costes gracias a esos enlaces internos.
Sin embargo, lo que dicen los autores de ese estudio es que este tipo de interdependencias comerciales no son la clave en la capacidad innovadora de la zona. Lo que parece verdaderamente importante de la cercanía es que permite encuentros informales entre quienes están localizados allí. Estando cerca, hay muchas oportunidades de quedar para hacer cosas y hablar. La gente se hace visitas en sus oficinas, quedan para comer o se ven a la salida de un partido o de un concierto y, en esas interacciones cotidianas, intercambian información creando una fuente constante de inspiración y aprendizaje.
En ingles hay varias expresiones para referirse a esa atmósfera industrial que se genera: local buzz, local broadcasting o local noise; que se podrían traducir como: vibración local, radiación local o ruido local.
Al hablar de «vibración local» nos referimos al ecosistema de la información y comunicación que se crea en una concentración geográfica de empresas, donde la cercanía física entre personas que se dedican a actividades similares favorece el intercambio de ideas por medio de contactos cara a cara e interacciones cotidianas, formales e informales.
Este elemento local es la verdadera clave de la fuerza creativa e innovadora de un cluster espacial: la innovación y la creación radical de conocimiento solo se produce si existe una vibración local de alta calidad y relevancia.
Estar conectado con el exterior por medio de «cañerías globales»
Pero una concentración local de empresas nunca puede ser auto-suficiente. La actividad se estanca y no genera nada interesante sin un sistema bien establecido de enlaces con el exterior capaz de dos cosas:
- mantener un flujo de información importante sobre tendencias del mercado, nuevas tecnologías o cualquier otro conocimiento valioso que se crea en otras partes del mundo
- acceder a nuevos mercados externos donde expandirse
Los autores del trabajo llaman a esto «global pipelines» algo así como «cañerías globales«. Esas cañerías son el elemento global que complementa a la vibración local de la que hablábamos antes. Entre ambos elementos ha de haber un equilibrio: Una concentración empresarial excesivamente cerrada al exterior acaba estancándose pero, también, si los vínculos exteriores son los que empiezan a dominar el medio local, la vibración local se detiene y los beneficios de permanecer en ese lugar desaparecen.
El destino turístico como cluster de innovación
Un destino turístico no deja de ser un área geográfica especializada en una actividad económica donde hay una concentración espacial de negocios privados, instituciones públicas y otros actores relevantes que interactúan.
Puede que allí no se produzcan nuevas tecnologías que se exporten a todo el mundo, pero si que se están creando constantemente nuevos servicios y experiencias, como decíamos en este post dedicado al diseño de servicios turísticos.
Los destinos turísticos evolucionan, necesitan adaptarse a los tiempos y tienen que hacer frente a nuevos retos. Esos procesos de innovación, creación de conocimiento y aprendizaje, que antes decíamos que se producen en las concentraciones empresariales locales, suceden igualmente en los destinos turísticos, cuando adaptan su oferta a los nuevos gustos de quienes les visitan o cuando buscan soluciones para los retos que van surgiendo por el camino.
En los destinos turísticos la tensión entre lo local y lo global puede apreciarse con claridad. Que exista un equilibrio entre esos dos ámbitos es allí especialmente sensible y complejo. Muchos destinos se encuentran en enclaves naturales o urbanos que tienen unas funciones para la población local anteriores al turismo, que pueden verse afectadas por él. En ellos no se fabrican productos para exportar fuera, sino que la cadena de distribución turística se encarga de acercar al usuario al lugar donde todos esos negocios están concentrados. Pueden surgir entonces asuntos de convivencia, pérdida de autenticidad, gentrificación o sostenibilidad medioambiental, que ponen en evidencia lo delicada que es la relación entre lo local y lo global en turismo.
Si aplicamos a los destinos turísticos lo que se dice en el trabajo sobre los clusters, el resultado es bastante interesante, como vamos a ver a continuación.
Equilibrio entre la actividad interior y los enlaces externos de un destino turístico
La salud y la competitividad de un destino turístico y la capacidad para innovar y adaptarse a los nuevos tiempos depende de dos aspectos clave:
- Por un lado, que exista una vibración local de alta calidad y relevancia. Esto sucede cuando los negocios, instituciones y todos los actores que entran en juego en el turismo interaccionan entre ellos de forma cotidiana, por medio de encuentros formales e informales cara a cara donde intercambian información. De esta forma se crea una intensa actividad local con muchas cosas pasando a la vez que sirve de inspiración para inventar nuevos servicios y ofrecer soluciones creativas a los retos que van surgiendo en el sector.
- Por otro lado, es también necesario que esas empresas locales construyan un sistema bien establecido de conexiones externas con el mundo. Se trata de lo que hemos llamado «cañerías globales» que son el canal para las interacciones lejanas con forma de red que cada participante local va tejiendo con el exterior.
Cuando algo falla en alguno de estos dos elementos, el destino turístico acaba perdiendo atractivo y competitividad. Estas son las situaciones de desequilibrio que nos podemos encontrar:
Vibración local pobre o inexistente
Esto sucede cuando los negocios y organizaciones que forman parte del sector turístico de un destino no interactúan. Por algún motivo, quienes participan en el turismo local no encuentran el momento para pasar tiempo juntos intercambiando ideas. Entonces, los beneficios de la cercanía física desaparecen, el lugar no desarrolla toda su fuerza creativa y acaba perdiendo competitividad.
Puede suceder que haya participantes internos relevantes que no se consideran a si mismos como parte del destino turístico o no se dan cuenta de que lo son. También puede pasar que algunos acaparen la conversación y excluyan a los demás. Esto es así en el caso de comercios, restaurantes o lugares de cultura y de ocio que atraen principalmente a turistas, pero que no son considerados por los demás, o no se consideran a si mismos, como negocios turísticos.
Se tiende a identificar el sector turístico con el sector hotelero y poco más, pero es posible que esto haya quedado desfasado. Para el visitante, el destino turístico es la experiencia total de viaje que ha tenido en aquel lugar y no tiene mucho sentido que el sector turístico se reduzca a si mismo.
Un destino turístico es un ecosistema complejo de servicios donde participan actores muy diferentes: el alojamiento hotelero y extrahotelero, la gatronomía y los restaurantes, la clase creativa, el comercio, la cultura y el arte, el ocio, las instituciones que están encargadas de planificar y regular el territorio, los movimientos vecinales, lar organizaciones que lo promocionan… todos forman parte del destino turístico. En el fondo todos ellos tienen un interés a largo plazo común para no acabar matando a la gallina de los huevos de oro: construir un lugar que sea vivible y visitable, que guste tanto a los usuarios permanentes que viven allí como a los usuarios temporales que lo visitan.
La vibración local que se puede crear entre ellos surge de la cercanía física y, por lo tanto, es automática y gratis. Hay algunas condiciones institucionales previas y las instituciones pueden dar algún tipo de apoyo promoviendo el aprendizaje interactivo y la creación de conocimiento, pero es el propio destino turístico el que debe de generar la actividad. Es difícil que se consiga crear una atmósfera local intensa allí donde no existe por su propio pie.
Exceso o defecto de cañerías globales
Tan malo es que las empresas y organizaciones de un destino turístico miren demasiado al interior, como que miren demasiado al exterior. En lo que se refiere a las conexiones externas, hay un tipo de anomalías por defecto (estancamiento) y otras por exceso (sobrecarga) que afectan a la calidad del destino turístico.
Estancamiento
Por muy atractiva que sea la naturaleza de un lugar o por muy vibrante e interesante que sea la escena cultural de una ciudad, acabará estancándose como destino turístico si no se construye un sistema de enlaces, alianzas y asociaciones con el exterior.
Al contrario de lo que sucede con la vibración local, que es automática y gratis, mantener relaciones con el exterior si que tiene coste y se hace por medio de colaboraciones y asociaciones estratégicas. El establecimiento y mantenimiento de cañerías globales debe de ser un proceso planificado y requiere inversión e infraestructuras. En este caso, el soporte institucional si que es importante para estimular el desarrollo de esas conexiones del destino turístico con el exterior.
Sobrecarga
Si lo negocios que forman parte del destino turístico se preocupan en primer lugar por sus conexiones externas, mientras dejan de prestar atención a la comunicación con otros negocios cercanos y dejan de estar interesados en participar en la vibración local, lo global empieza a dominar el medio local.
Los autores del estudio no dan mucha importancia a los casos de sobrecarga por que ellos están pensando en concentraciones industriales de empresas donde es casi imposible llegar al límite del número de enlaces externos que se pueden manejar. Pero no es lo mismo cuando hablamos de destinos turísticos. Parece que no es tan raro encontrar destinos turísticos desde donde se mira demasiado al exterior y demasiado poco al interior. Su sostenibilidad y su competitividad a largo plazo está entonces amenazada por la saturación del ámbito local, que no es capaz de absorber toda esa información e influencia exterior a la que las organizaciones internas dan prioridad.
El papel que puede jugar lo público en estos casos no queda claro en el estudio. Como decíamos, los esfuerzos institucionales para dinamizar la atmósfera creativa local no parecen muy efectivos, por eso se aconseja concentrarse en actuar sobre las cañerías globales. Parece lógico que, además de estimular el desarrollo de las conexiones externas del destino turístico para evitar que se estanque, el ámbito público también puede tener un papel importante a la hora de controlar que no ocurran situaciones de saturación, cuando dichas conexiones son demasiadas o demasiado intensas. Ya hemos hablado en otros artículos de que es conveniente que los que están encargados de regular o planificar el turismo, reconozcan la complejidad y la importancia del mismo como un motor de cambio local, que puede generar crecimiento económico, pero también consecuencias negativas a las que prestar atención. La regulación y la planificación turística serían importantes en este modelo para evitar la sobrecarga del medio local.
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En principio, la idea de aplicar al turismo lo que se dice en el trabajo del que hemos hablado la encontré en este documento del profesor Greg Richards. Aunque el enfoque es allí distinto. En este caso se fija en un aspecto en concreto: el tipo de conocimiento y de información que circulan por el nivel local que es diferente al que se maneja en el ámbito global. Para que el conocimiento local pueda circular por las conexiones exteriores ha de hacerse «exportable» y ha de pasar por un proceso de codificación. Hay personas que son capaces de hacer esa traducción y conectar con ambos mundos (switchers).
Mientras leía el trabajo me parecía que mucho de lo que allí se decía tenía relación con cosas que veo a mi alrededor en Barcelona. Me pareció interesante ver cual era el modelo que resulta si aplicamos a un destino turístico todo lo que se dice en él, no solamente lo que se refiere a los tipos de información que circulan por sus dos niveles.