«No queremos que San Sebastián se barcelonice». Fue una expresión que hace un par de años me llamó la atención durante una conversación con varios donostiarras sobre el turismo en su ciudad. «No, no creo que se produzca esa barcelonización». Es la frase referida a Madrid que la prensa atribuye esta semana a su alcaldesa.
“No, no creo que se produzca esa barcelonización. Yo creo que el riesgo que corre Madrid no lo determina tanto el turismo como la evolución que sufren todas las ciudades. El comercio está herido de muerte, sí, pero eso es por la expansión del comercio electrónico y no por el turismo» “… en Madrid el turismo no es tan invasivo como en Barcelona. Aquí no tenemos barcos, no se produce una invasión cada vez que llega un crucero”
Manuela Carmena en La Vanguardia 23/02/2019
Más allá de Madrid, en publicaciones internacionales, Barcelona lleva tiempo apareciendo, junto con Venecia o Islandia, como ejemplo de las consecuencias del overtourism o congestión turística. La Organización Mundial de Turismo la eligió entre otras 7 ciudades para estudiar ese fenómeno. Sus conclusiones sirvieron para desarrollar Once estrategias para gestionar el flujo de visitantes en los destinos urbanos, publicadas en otoño.
Venecia – Lloret – Barcelona
Las expresiones que señalan a los excesos ajenos son un clásico en el turismo. La frase síndrome de Venecia se empezó a popularizar en 2012 cuando se publicó un documental con ese título. Recientemente, al alcalde conservador de esa ciudad le ha sentado realmente mal que la alcaldesa de Barcelona la utilice como ejemplo de mala gestión. Algo que en España lleva años haciéndose en la prensa y el debate público sobre el turismo. En 2015, por ejemplo, Hosteltur avisaba de que ese síndrome se había extendido como una epidemia por el país.
Conjugar topónimos que señalan a otro es una variante de esa táctica. Barcelona la utilizaba en 2014 para alertar de la llegada del turismo de borrachera a la ciudad. Entonces, a ese proceso se le llamó «lloretización» y se atajó prohibiendo las boat parties que salían del puerto. Ahora es a ella a la que le toca probar de esa misma medicina.
Barcelonización hoy equivale a saturación turística. Para la OMT, esta se debe a la ausencia de políticas efectivas de gestión de los flujos de visitantes en el espacio urbano. Ha sucedido en aquellos destinos que se han dedicado exclusivamente a aumentar el número de visitantes, sin acomodar la capacidad para manejarlos. Los mercados emisores muchas veces la achacan a la inacción de gobiernos corruptos o incapaces, olvidando injustamente su papel en la creación de esos flujos turísticos.
Madridización
En las ciudades saturadas por el turismo, la calidad de vida de la zona o la calidad de la experiencia, tanto para los huéspedes como para la comunidad anfitriona, se deteriora de forma inaceptable. Esto no solo afecta al sector turístico, que tiene un problema de calidad en el servicio que presta, sino también a la marca de ciudad, que se ve afectada por el exceso de turismo.
Madrid, sin puerto de cruceros, se siente a salvo de acabar en un club al que también pertenecen ciudades de interior como Berlín ¿Si algún día hablamos de madridización, será para referirnos a un caso a imitar de buena gestión turística gracias a las lecciones aprendidas? ¿O lo será de nuevo para señalar a otra ciudad que no supo reaccionar? que vio la paja en el ojo ajeno, pero no el el suyo.
Barcelona, por su parte, lleva dos años preparando un plan para mejorar su reputación internacional afectada por el turismo, el terrorismo y la situación política.