Hay varias modalidades del turismo que me interesan especialmente: experiencial y sostenible son dos de ellas. En el uso que se hace de estas calificaciones veo un peligro común: existe la tentación de utilizarlas de manera superficial como etiquetas de puro marketing sin tener un verdadero fundamento que las justifique. En mi opinión, sin embargo, no pueden ser solo reclamos publicitarios sino que tiene que haber algo más detrás.
Si, como hacen ahora algunos hoteles, publicitas tu alojamiento como una experiencia o como parte de una oferta de turismo activo, que facilita la inmersión en la cultura local o que tiene un complemento de aventura o deporte, tienes que estar preparado para ofrecer ese tipo de servicios y de asesoramiento y hacerlo bien. Si no la gente se va a sentir defraudada y, a la larga, no será beneficioso para tu negocio.
Lo mismo que si tu publicitas tu negocio como sostenible y, al contrario, tu cliente se da cuenta que no cuidas el gasto energético o el reciclaje, puedes quedar fatal y mejor será que no utilices esa etiqueta.
Turismo sostenible y turismo responsable
La industria turística tiene que tener en cuenta los impactos de su actividad en el entorno no solo a nivel medio-ambiental sino también social. En Barcelona, la ciudad desde la que escribo, hay una creciente «turismofobia» en la ciudadanía que se manifiesta en varios documentales como Bye Bye Barcelona que se quejan de la masificación turística y piden un cambio en el modelo económico de la ciudad que sea menos dependiente del turismo.
La promoción del destino Barcelona ha sido todo un éxito posicionándose en unos pocos años en el top10 mundial. Ahora viene el reto de no morir de éxito y conseguir reordenar el turismo evitando que aquí acabe sucediendo lo que ha pasado en Venecia que se está despoblando de habitantes permanentes. Barcelona se ha comprometido con el turismo responsable formando parte de la Visión 2020 para el turismo responsable que promueve la idea de que el turista es un ciudadano temporal que tiene derechos pero también deberes de ciudadanía que el sector turístico, que está en contacto con él, tiene que estar dispuesto a transmitirle y saber hacerlo con tacto y de forma responsable.
En una reciente conferencia sobre turismo sostenible, varias empresas que lo practican expusieron sus negocios y sus resultados. Lo que desde estas empresas recomiendan es un plan serio de sostenibilidad en la fase de planificación del proyecto y un compromiso real de mantener unos estándares durante la ejecución y a lo largo de la vida del negocio.
Ecooltra es la empresa más importante de alquiler de motos en Formentera y está cambiado prácticamente toda su parque móvil de motores de combustión a motores eléctricos ofreciendo con unos grandes resultados.
El restaurante Lasal del Varador es un proyecto que se ha desarrollado íntegramente buscando la minimización del impacto de la actividad en el entorno utilizando arquitectura bioclimática, placas solares o pintura sostenible, entre otras medidas, y que va a introducir la autoregulación del gasto de los electrodomésticos monitorizados con sensores.
Ambas empresas han contratado la electricidad con la cooperativa Som Energía que garantiza que toda la energía que suministran es de fuentes renovables. En el portal www.mecambio.net se puede encontrar información sobre esta cooperativa y también sobre otros proveedores que realizan prácticas sostenibles.
Turismo de experiencias.
La generalización del uso de la palabra experiencia en el turismo empieza a cansar a algunos profesionales del sector como en este post de www.andresturiweb.com un blog especializado en marketing turístico. Yo mismo estoy de acuerdo en que la palabra empieza a resultar algo manida.
Los críticos dicen que se trata de un concepto inútil por que todo viaje ya supone una experiencia, y esto último es cierto. Pero lo que entiendo que se quiere destacar cuando se habla de turismo de experiencias es el grado de implicación emocional y de conexión personal que se busca en el hecho de viajar.
Lo verdaderamente interesantes es saber que hay de fondo y si se está produciendo realmente un cambio en el comportamiento del turista y de lo que este espera de sus vacaciones. En este informe de la publicación Skift se detecta una tendencia que empieza a diferenciarse de la corriente mayoritaria. Hay un viajero que, cada vez más, busca experiencias más conectadas, más sociales y que le proporcionen una inmersión más intensa en la cultura autóctona.
El viajero actual tiene mucha información disponible a su alcance para tomar decisiones de cada uno de los aspectos de su viaje y parte de esa información se refiere a que cosas que podrá hacer una vez que haya llegado a su destino. El hecho de que existan cosas para hacer y actividades que podrá contratar a su llegada parece que empieza a tener un creciente peso en las decisiones de los viajeros.
Esta tendencia ha sido entendida y tenida en cuenta por algunos negocios. Ya he hablado en este blog acerca de algunas empresas que están ofreciendo actividades para que el visitante que incluyen elementos participativos o sociales, dedicadas a un viajero con un extra de curiosidad que quiere conocer el lugar de una forma más intensa. En este artículo mencionaba algunos ejemplos como aulas de cocina que organizan talleres de cocina mediterránea en inglés o rutas contextuales con distintos contenidos históricos o culturales.
Como se dice en el citado informe de Skift, el viajero quiere descubrir nuevos lugares y culturas para, por contraposición, descubrirse a si mismo. Un puñado de profesionales y empresas están buscando la forma de inspirarle y ofrecerle un servicio personalizado en forma de experiencias que le permitan ese descubrimiento.
Imágenes:
Restaurante Lasal del Varador
Publicación especializada en turismo online Skift