Hace ya casi dos años que se organizó en ESADE la conferencia «Consumo Colaborativo: ¿Estas preparado para el cambio de paradigma?» a la que me acerqué para enterarme de que era eso de la Sharing Economy.
Me gustó mucho la presentación de Lauren Anderson donde se dejaban muy claras las ideas básicas. Desde entonces he seguido prestando atención a este fenómeno.
Han pasado los meses y me da la sensación que alguna de las cosas que me gustaron entonces se han quedado por el camino y que, cada vez que se trata el tema, siempre aparecen en primer plano unos gigantes como Airbnb y Uber acaparando gran parte de la atención.
En el momento actual confieso que, en lo relacionado con el consumo colaborativo, estoy atravesando una fase de sensaciones encontradas: Hay cosas que me gustan y otras que no. Aquí voy a recopilar y resumir las unas y las otras.
Estas son las RAZONES POR LAS QUE ME GUSTA EL CONSUMO COLABORATIVO (en este otro post puedes leer las razones por las que no me gusta):
Yo tengo – tu necesitas
En las plataformas p2p hay más posibilidades que nunca para conseguir una eficacia desconocida hasta ahora para poner de acuerdo necesidades complementarias aunque sean necesidades muy precisas y alejadas. Los marketplaces p2p como ebay pueden llevar muy lejos la formula yo tengo tu necesitas.
Un juego en el que cualquiera puede participar
Lo que se dice ahora sobre el empoderamiento del microemprendedor para describir los beneficios que reportan las plataformas p2p a quienes participan en ellas me parece una forma de hablar un poco rara, pero lo que si que veo en la realidad es a personas y familias en situaciones difíciles que están ganando unos ingresos que les vienen muy bien.
Esta faceta de equidad y de hacer más fácil el acceso a los beneficios para cualquiera es una de las cosas que me parece más importante en lo sharing. El gran pastel del alojamiento turístico, por ejemplo, estaría prácticamente vedado para quien no sea un hotel sin los marketplaces de apartamentos o el home sharing.
Invitación a reflexionar sobre regulaciones
La forma de funcionar en la economía colaborativa desafía la normativa que existe en varios sectores. Esto ha servido para llamar la atención sobre lo obsoleto, ineficaz e incluso corrupto que hay en algunas regulaciones y generar un debate sobre como y para quien se legisla en muchos casos. Esta denuncia me parece interesante y positiva.
Nuevas experiencias
La experimentación con sensaciones y experiencias de consumo diferentes me parece también algo interesante. Los complementos sociales que tienen las plataformas p2p con sus perfiles tanto de cliente como de oferente hacen posible que el intercambio de un bien o servicio sea más que eso, crea posibilidades de conectar y fomenta la formación de un estilo de vida que valora el compartir entre quienes simpatizan con la idea del consumo colaborativo.
Competencia
A veces se dice que el p2p no supone verdadera competencia para los negocios tradicionales y que se trata de otro mercado diferente. Yo no creo eso. Creo que Airbnb es competencia de los hoteles y Uber de los taxis. Pero una vez introducidas unas reglas de juego iguales para todos, esta competencia me parece positiva e invita a los oferentes tradicionales a renovarse y ofrecer mejores precios.
Desmaterialización
La tecnologías de la información introducen la posibilidad de una nueva relación con los activos o bienes. La tendencia empieza con la música y los libros (Spotify etc) y pasa a los coches con el carpooling y de ahí a otros sectores. La desmaterialización consiste en pagar por los beneficios sin necesidad de ser propiedario. En el paso de B2C a peer 2 peer el acceso coordinado a los bienes y recursos se coloca por encima de la propiedad permitiendo que éstos se aprovechen al máximo.
Autocrítica y buenas intenciones
¿Perdido en transición? es el lema para el festival de la economía colaborativa Ouishare Fest que se celebrará en París en 2015. En las bases que dan apoyo a la economía colaborativa hay gente que se hace preguntas como estas que aparecen en este artículo: «¿hacia dónde vamos? ¿Nos llevarán los modelos colaborativos hasta allí? ¿Cuáles? ¿Al fin y al cabo, son defectuosos los nuevos conceptos en los que ponemos tanta esperanza? ¿Podría la economía colaborativa terminar creando una sociedad más desigual?».
La capacidad autocrítica que demuestra hacerse estas preguntas y debatirlas me parece muy positiva. Quienes apoyan a la sharing economy quieren conservar su filo innovador y transformador y están atentos a que no se pierdan por el camino alguno de estos conceptos iniciales que para mi son los que hacen interesante a este fenómeno.